sábado, 24 de marzo de 2012

Pequeños logros, grandes aplausos

Le planteamos un pequeño ejercicio. La idea es que haga un repaso de los recientes logros de su vida. Ojo: no necesariamente tienen que ser cosas fuera del otro mundo.
Atrévase a escribir tres de esos sueños cumplidos:
1
2
3
¿Ya los anotó?
Ahora analice todo lo bueno que ha conseguido con estos pequeños éxitos. Tal vez no lo ha detallado pero es probable que compruebe que, al menos, se merece una felicitación, un sincero aplauso o hasta una palmada en la espalda.
Alguien dirá: “yo no tengo nada qué celebrar”. Ese “alguien” no debería pensar así: hay cosas que, por más pequeñas que ellas sean, con seguridad le han robado una sonrisa; y así no les quiera dar el valor que tienen, son valiosas.
Pues bien, el tema de la Página Espiritualidad puede resultar tan elemental como vital. La idea es que recupere no sólo el estado de ánimo sino que entienda que, a veces, usted quiere tocar el cielo con las manos de buenas a primeras, sin siquiera reconocer las bondades del piso que lo sostiene.
La verdad es que muchas veces usted anda preocupado por grandes metas, tales como: ganar sueldos millonarios, ascender en la empresa o incluso tener un carro último modelo. ¡Y eso está bien! Lo que sucede es que, en medio de esos afanes, se olvida de celebrar los pequeños milagros que cada día Dios hace en su vida.
El éxito, aunque no lo crea, es tan personal como sencillo y, por supuesto, todo es un proceso. No se puede subir a lo más alto de la cima, si no da pasos seguros en cada escalón.
En el trasegar de su vida, muchos logros pasan tan desapercibidos que, de manera frecuente, usted los menosprecia.
Sería muy distinta la vida si celebrara cada paso que avanza rumbo a su gran anhelo. Tal vez le falta reconocer esos pequeños éxitos que, con relativa frecuencia, animan más que las grandes tareas cumplidas.
Tal vez usted reflexionará acerca de este mensaje y dirá: “estas palabras no son nada del otro mundo”.
¡Y tiene razón! Es bueno que entienda el texto así, entre otras cosas, porque palabra por palabra encontramos los párrafos precisos para concluir que, a lo mejor, usted hoy necesita un fuerte aplauso por todo lo bueno que ha hecho para crecer. ¡Dios lo bendiga!

Crea en ESTAs palabras
Creo en los hombres de buena voluntad, en las mujeres que aman, en los niños que ríen y en los jóvenes que estudian.
Creo en la semilla que germina y en el capullo que florece.
Creo en mis hijos y en la mujer que me los dio. Creo en los padres que me engendraron, y en los que engendraron a mis papás.
Creo en la maestra que me enseñó a escribir y en ese profesor que me instó a pensar.
Creo en los que pasaron por el mundo y dejaron algo a la humanidad. Creo en todos los que pueden morir en paz con los hombres.
Y, por supuesto, creo en Dios, creador del cielo y de la tierra.

UNA MANO AMIGA
Alguien en cualquier parte de la vida, de cualquier senda o estación, de cualquier pueblo o ciudad, de cualquier Estado o Nación, puede ser su amigo.

ADIÓS A LOS PESIMISTAS
Toda frustración se debe a deseos no cumplidos. Si usted fija demasiado su atención y comenta frecuentemente los obstáculos, las demoras y las dificultades, su mente subconsciente forma un muro de contención y bloquea su propia felicidad.

ENTRE MÁS SENCILLO, MEJOR
Compartir una tarde de cine con alguien, leer un buen libro, tal vez ver ir de paseo, intercambiar unas palabras con un buen conversador o disfrutar de una sana ‘locha’ pueden ser los mejores ejercicios para descansar.

En últimas, la vida es un regalo tan maravilloso y tan especial que los programas más “pequeños” alimentan más. Nos corresponde sorprendernos día a día con las miles de cosas que parecen insignificantes; a lo mejor oler el delicioso aroma de una taza de café, regalarse un tiempo breve para soñar, disfrutar de un partido de fútbol, en fin… todo suma y todo se goza.

¿Sabe algo? Lo que menos apreciamos, por lo simple o por lo diminuto, a veces nos llenan más de paz que las cuentas bancarias o las grandes responsabilidades en las oficinas de nuestras empresas.

El abrazo sincero de alguien, una puerta que se abre, un apretón de manos, el hechizo de una buena canción, el sonido de la noche, el amanecer, el canto de un pájaro y hasta esa pícara sonrisa que encontramos en nuestros “parceros” nos vienen bien.

La vida se vuelve fácil de vivir cuando no nos inventamos excusas para amargarnos. ¿No le parece?

http://www.vanguardia.com/vida-y-estilo/espiritualidad/145862-pequenos-logros-grandes-aplausos

viernes, 16 de marzo de 2012

Nosotras

Mario Vargas Llosa. Premio Nobel de Literatura

Todas las flores del desierto están cerca de la luz.

Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo.
Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.

Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo.
Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.

Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.

Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices.
Las flores del desierto son las que están a tu lado.
Las que te aman y las que amamos.
Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo.
Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma.
Vértigo de divas y llanto de princesas.

La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad.

EL ROSTRO ES EL EMPORIO DE LAS ARRUGAS, PERO CADA UNA ES LA MARCA DE HABER VIVIDO A PLENO..