viernes, 30 de diciembre de 2011

Quiere prosperidad? Siembra amigos

Si quieres un año de prosperidad, siembra trigo.

Si quieres diez años de prosperidad, siembra árboles frutales.

Si quieres una vida de prosperidad, siembra amigos.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Vivir "despeinados" ayuda a ser feliz

Por qué será que cuando una persona sabe que van a fotografiarla, sonríe de manera espontánea?

Sin embargo, al cabo de un instante, su rostro se cierra. Mejor dicho, con tal actitud sólo demuestra que su buen humor y su alegría eran simples fachadas.

¿Por qué será que esa persona no hace nada para mantener su sonrisa?

Debería tener claro que ese estado es beneficioso y le mantiene la flexibilidad del cerebro y de todo el cuerpo, así como la expresividad de su rostro.

Durante estos tiempos de Navidad deberíamos impregnarnos de una alegría duradera; un entusiasmo que sea capaz de multiplicarse por siempre.

“Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”.

El anterior es uno de los estribillos más sonados de la época navideña. Incluso, a partir de mañana, muchos empezaremos a repetirlo cada vez que recemos la novena de aguinaldos.

Y más allá de lo que esta costumbre significa para el mundo católico, nos convendría recordar que Jesús ‘no tarda tanto en llegar’, como dice el citado gozo. ¡Todo lo contrario! se la pasa respondiendo a cada una de nuestras peticiones.

Aunque no seamos hombres religiosos, ni tampoco leamos con devoción la novena, Dios visita de manera frecuente nuestra casa tratando de hablarnos. Es más, no sólo lo hace en el mes de diciembre, sino durante los 365 días del año.

Lo que sucede es que la mayoría de las veces o no estamos en casa o no le abrimos la puerta. En otras ocasiones, simplemente no tenemos tiempo para escucharlo.

¿Por qué sucede eso?

Por muchas razones: algunos no tienen fe; otros ni siquiera contemplan la posibilidad de recibir a Dios en sus corazones; mientras que unos más tienen las alas del alma amarradas.

¿A qué viene el tema?

A que durante el fin de año, con los adornos de estos tiempos, el pesebre, las misas de gallo, las luces, los regalos del Niño Dios y, en general, con todo el ambiente que evoca el último mes del año, observamos que es un tiempo de alegría.

Y Dios es eso: un corazón alegre que nos invita a mirar siempre la vida así.
Navidad no admite otro estado de ánimo, más allá de las angustias.

Si somos pequeños, alegrémonos porque más allá de los tamaños, siempre habrá grandeza en nuestros pasos y podremos ver hacia arriba contemplando la magia del cielo.

Si somos grandes, alegrémonos porque lo invisible se manifestó en nosotros y podemos divisar desde lo alto lo bello de la vida.

Si estamos enfermos, debemos tener el suficiente ánimo como para luchar y creer que es posible sobreponernos; al fin y al cabo el dolor nos pule y nos forma.

Si gozamos de buena salud, alegrémonos, porque en nosotros las fuerzas de la naturaleza han llegado a la ponderación y a la armonía.

Si somos pobres, alegrémonos porque nuestras alas serán más ligeras, porque la vida nos sujetará menos y porque el Padre realizará en nosotros más directamente el amable prodigio periódico del pan cotidiano.

Si tenemos grandes recursos económicos, alegrémonos por toda la fuerza que el destino ha puesto en nuestras manos para ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

Alegrémonos si amamos, porque somos más semejantes a Dios que los otros. Alegrémonos si somos amados, entre otras cosas, por la maravilla que ello encierra.

¿Suena bonito hablar de alegría y a la vez resulta difícil llevarlo a la práctica?
Si permite que Dios venga pronto y lo atiende, el tema no resultará tan difícil y podremos asumir todo con una actitud positiva.
Por ejemplo, si pensamos que nuestro trabajo es importante, lo haremos mejor.

Permitamos que nuestros pensamientos en nuestras oficinas sean optimistas, sobre todo cuando enfrentamos alguna dificultad. Debemos vencer esta tensión natural y confiar en que, pase lo que pase, saldremos adelante con la venia del Altísimo.

Piense en el Dios que le rodea y que siempre lo acompaña en cada momento; de esta forma, cada pensamiento suyo será una plegaria escuchada en el cielo.

Alegrémonos por este diciembre, pero no olvidemos que Jesús siempre vive en nuestros corazones.

Viva despeinado ¡... y no es broma!
Deje que la vida lo despeine; disfrútela con la mayor intensidad posible.

¿Por qué el consejo?
Porque el mundo está loco: lo rico engorda; lo bueno sale caro; el sol que ilumina nuestros rostros nos quema, en fin..
En cambio, lo realmente bueno de esta vida sólo nos ‘despeina’.
- Hacer el amor, despeina.
- Reírse a carcajadas, despeina.
- Viajar, volar, correr, bañarse o meterse en el mar despeina.
- Quitarse la ropa, despeina.
- Besar a la persona que se ama, despeina.
- Jugar, despeina.
- Cantar hasta que se quede sin aire, despeina.

Si hacemos todas esas cosas, cada vez que nos veamos estaremos con el cabello despeinado… Y más allá de que nuestros estilistas nos critiquen, eso será señal de que hemos sido felices.

Échele cabeza y recuerde que cada vez que usted está despeinado, ha estado feliz.

Es una ley universal: siempre estaremos más despeinados quienes elijamos subir a la montaña rusa, que los que prefieran no subirse.

Por eso, entreguémonos a la felicidad: comamos rico; besemos; digámosle a quienes nos rodean que los queremos mucho; abracémonos; hagamos el amor; cantemos; pongámonos alguna fiesta de gorra… mejor dicho: “despeinémonos”.
Sí, es hora de que usted deje que la vida lo despeine.

TRES LEMAS
Los tres lemas que Lao Tse les dejó a los habitantes
de China, por allá en el año 500 antes de Cristo, son los siguientes:
1: Amar.
2: No desear demasiado.
3: No buscar ser el primero.

Estas tres enseñanzas han dirigido espiritualmente a los
habitantes de ese país oriental y, según confiesan ellos mismos, les han garantizado la paz interior.

http://www.vanguardia.com/vida-y-estilo/espiritualidad/135562-la-alegria-de-estos-tiempos

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cultiva la inteligencia emocional y espiritual, el autoconocimiento y el autocontrol

En la Edad Media era muy popular este dicho: ‘cálmate y nunca dejes que el Sol se ponga sobre tu ira’. Refrenar la rabia es una estupenda decisión, porque esta es una chispa que enciende incendios voraces.

Cuando te alejas de la ira te acercas a Dios y a los demás; controlarse es un gran logro espiritual. Examina tu vida, identifica qué te altera y toma medidas para no engancharte y estar sereno.

Aprende a relajarte y visualizarte calmado ante algo que te molesta. Otro gran paso a la luz es no juzgar, y Jesús habló varias veces sobre este vicio que genera tantos males.

“No juzgues y no serás juzgado”, dijo el Maestro, que siempre practicó una amorosa compasión con todos. Toma la decisión de no airarte y de no juzgar; es un negocio más valioso que otro que te seduzca en lo material.

Inteligencia emocional es acabar con el acelere, dejar la prisa y tomar la vida con más calma. Vale la pena hacerlo porque está en juego la misma vida, según un estudio hecho en Nueva Escocia.

Allí, el profesor John McCann dirigió una investigación sobre el estilo de vida de 1.600 líderes y dirigentes.

Comprobó que subir rápido a la cumbre del poder lleva a un descenso igual de rápido a la tumba. En otras palabras, quienes ‘se mataron’ por triunfar a toda costa, lograron lo que querían: infartarse. Por eso eres sabio si aminoras la velocidad, te quieres y descansas. Eso supone ponerle límites a la ambición y valorar el poder del amor, no el amor al poder.

Hazlo aunque te digan: ¡estás loco! No, locos son los que mueren antes de tiempo por tener o figurar.

Cuentas con tres ayudas poderosas para mejorar tu actitud y tu vida:

1. Relajación con visualización: saca tiempo para relajarte y en ese estado de paz crea imágenes positivas. Pon a rodar una película interna en la que te ves como deseas estar: amoroso, animoso y exitoso. La visualización da estupendos resultados a los deportistas que se ven ganando antes de competir.

2. Oración: no te contentes con el rezo rutinario y ora con la alabanza y la gratitud. Que tu oración sea un acto de amor. Ora con la palabra, en la mente, con el silencio, con música relajante, en comunión con la naturaleza.

3. Afirmación: repite mentalmente breves pensamientos luminosos que te cambian y te inspiran: Valgo mucho, tengo muchos dones, puedo, me amo, soy un triunfador, me siento mejor.

Un humorista dijo: “¡qué maravilloso es el cerebro! ¡Qué bueno que todas las personas tuvieran uno!”.

Sí, muchos actúan como si pensar fuera algo inoficioso o una ocupación inútil. Actuar en automático o de un modo irreflexivo es bien común y es la fuente de innumerables problemas. Por eso, los sabios insisten: saca tiempo cada día para caer en la cuenta de cómo vives y actúas, para tomar conciencia de quién eres, lo que haces y las consecuencias de tus actos.

Cultiva la inteligencia emocional y espiritual, el autoconocimiento y el autocontrol para dejar lo que te degrada. “Quien piensa poco, se equivoca mucho”, dijo Da Vinci. ¡Qué bueno que todos tuvieran cerebro!

http://www.portafolio.co/columnistas/inteligencia-emocional-y-espiritual-0

sábado, 10 de diciembre de 2011

Viva el amor

Una campana no es una campana hasta que alguien la hace sonar.

Una canción no es una canción hasta que alguien la canta.

El AMOR no fue puesto en el corazón para quedarse ahí.

El AMOR no es AMOR hasta que lo das, hasta que lo compartes con los demás.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Aprender a vivir

"Siempre creí que una vida de calidad, el placer y la sabiduría eran míos por derecho y que serían automáticamente depositados en mí con el paso del tiempo. Nunca sospeché que tendría que aprender a vivir, que habían disciplinas y formas de ver el mundo que tenía que dominar antes de que pudiera despertar a una vida simple, feliz y sin complicaciones."

Dan Millman